La presión del 2021 por solventar lo que no se hizo en educación durante 2020
Cuando un estudiante inicia un año escolar, toda persona educadora sabe que el primer paso es evaluar sus conocimientos, habilidades y destrezas para indagar qué recuerda de años anteriores; a partir de ello se toma un tiempo a inicio del ciclo lectivo para repasar aquellos conceptos que la mayoría no recuerda.
Posterior a este proceso diagnóstico se inicia con el desarrollo de los contenidos propios de un programa de estudio en cada asignatura, que es dado por el Ministerio de Educación Pública, y que representa básicamente el trabajo de cada docente: que sus estudiantes aprendan lo que indica cada programa.
Sin embargo, el proceso de valoración inicial tuvo matices muy diferentes en este 2021.
Lo que pasó en el 2020 con la educación
Parte de los cambios producto de la pandemia en el mundo entero, fue la suspensión de clases presenciales y el inicio de una era virtual. En Costa Rica las clases presenciales se suspendieron en marzo, los docentes fueron capacitados en forma masiva en el uso de herramientas digitales y aproximadamente para el segundo semestre ya la mayoría enviaba Guías de Trabajo Autónomo a sus estudiantes (GTA) y tenía clases virtuales mediante la plataforma teams.
Sin embargo, los mismos datos del MEP indicaron que menos de la mitad de los estudiantes del país contaban con los recursos de conectividad y dispositivos electrónicos para conectarse, por lo que evidentemente más de 500.000 niños, niñas y jóvenes se retrasaron considerablemente en la materia vista. De igual manera, aquellas personas estudiantes que sí tenían los recursos para conectarse tampoco tuvieron la continuidad de información que antes existía: cinco días lectivos a la semana y al menos 4 horas continuas de clases por día. Es sencillo suponer que hay un rezago generalizado en Costa Rica y por supuesto que en el mundo entero en materia de educación.
Un primero en segundo
Cuando se le asignó a la maestra de una escuela cercana dar segundo año, inmediatamente otra le dijo: “un primero en segundo”. Nada más cercano a la realidad: el diagnóstico arrojó no sólo que algunos estudiantes no reconocían ciertas sílabas o que uno o dos les costaba leer y escribir o sumar y restar -lo normal en años anteriores-; la presión de esa maestra inició cuando se dio cuenta que los que reconocen los contenidos prescritos en los programas de primero son la excepción.
Ante esta realidad, esta docente podría pensar algo así: “apoyaré a mis estudiantes en estos contenidos que no reconocen y con ayuda de los padres es posible que pueda nivelarlos”; sin embargo, la presión se acrecienta cuando ella misma es consciente de que el tiempo en que puede darles lecciones ya no es el mismo de antes, sino mucho menos de la mitad.
¿Qué hacer en este punto? ¿cuál es la decisión correcta cuando la incertidumbre del futuro aún reina y las grietas del presente son complejas y profundas?
¿Cómo sobrevivir a este 2021?
Escuché un día a una chica que a inicios de este año le preguntaron: ¿cuál es tu meta en el 2021?, y ella respondió: “no olvidar lo aprendido del 2020”. Definitivamente, la salud, la familia, el estar bien consigo mismo es desde mi perspectiva, lo que debe estar en la lista de prioridades de la vida entera.
Desde este punto de vista, la presión por los baches del 2020 no nos debería llevar a un tipo de crisis laboral que afecte el resto de las áreas de nuestra vida. Entonces a lo mejor lo que debemos hacer es ajustar las expectativas: será muy difícil poder volver a ubicar a todos los estudiantes en el punto donde debiesen de estar la mayoría en conocimientos y destrezas si el año pasado no hubiese sido un año pandémico, hay que seguir haciendo los ajustes necesarios conforme la realidad del grupo.
Pero sí podemos valorar lo que nos dejó el 2020: muchísimos niños y niñas con deseos incesantes de venir a la escuela y de aprender, una valorización de lo que la escuela significa en la vida de las personas menores de edad, la familia y la comunidad.
Valorar también lo que aún no tenemos: la cercanía, ver las sonrisas de los niños sin su mascarilla, verlos jugando en el recreo sin miedo y solo con astucia.
Nuestra realidad cambió para siempre, pero lo que obtuvimos en el 2020 no son a lo mejor todos los conocimientos que otros niños en otras épocas tenían; se cambió el corazón y el alma para ser conscientes de la dicha de tenernos los unos a los otros, en las circunstancias que sean; de ver a nuestros estudiantes, verlos a todos con vida ¡ya ese es el gran regalo!
Vivir el presente
Mirando a los ojos e intuyendo la sonrisa
aunque la boca esté tapada
Y regresando al templo de la escuela
sentir el piso al caminar por sus pasillos
mirando el amanecer sobre su techo
Y esperando llegar a tu casa para contarles a los tuyos las nuevas anécdotas
¡Bendecir el presente!
sólo por estar de nuevo
Regresar y vivir